
Todos los habitantes de grandes urbes viven con la amenaza constante de la aniquilación; en Nueva York este hecho es algo más intenso, debido a la misma concentración de esencias que se da en esta ciudad, y porque, de todos los objetivos, Nueva York ha adquirido clara prioridad. En la mente de cualquier soñador pervertido podría saltar la chispa, y Nueva York aparecería con un irresistible, obsesivo encanto. Solía ser la Estatua de la Libertad el símbolo que representaba a Nueva York y lo hacía famoso en todo el mundo. Hoy la Libertad comparte este papel con la Muerte. A lo largo de la Orilla Este los hombres levantan la sede central de las Naciones Unidas, el más grande proyecto arquitectónico del momento. Nueva York se presta a acoger en su seno a todos los gobiernos del mundo, y a limpiar del planeta la plaga de la guerra. Nueva York no es una capital, no es capital de nación, ni de estado siquiera. Pero eatá en camino de convertirse en la capital del mundo."
Here is New York por E. B. White, New York, 1949 (traducido por Jorge Latorre, de la tercera edición, The Little Bookroom, New York, 1999, p. 54).
Este libro fue mi guía e inspiración para las fotografía que tomé antes y después del 11S, y que dieron lugar a varias exposiciones.
http://www.unav.es/dcca/jlatorre/nuevayorkantesydespues/
Al revisitar la Gran Manzana veo que el libro sigue siendo tan profético como demoledor. O quizás soy yo el que ha cambiado; pero no sé porqué las fotos que me encuentro en las calles, ahora digitales, siguen mostrándome la guerra más allá del ambiente festivo y su aparente exotismo. Sirva de ejemplo esta foto, tan neoyorkina pero que, como casi todo en esta ciudad, esconde parte de la verdad: era un mutilado de guerra con una pierna ortopédica detrás de la silla. No se si soy yo o es la ciudad...